Diseño de interfaces, experiencia de usuario y la cocina

Soy un cocinilla. Sin pretensiones. Pero me gusta cocinar. Me distrae. Me relaja. Me divierte. Me gusta comer. Y hablar de cocina. Estas reflexiones nacen de una conversación con un cocinero sobre creatividad y cocina. Ahí van. Espero te gusten.

Me encanta que me cuenten cosas. Que me hablen de cómo se trabaja en otras profesiones. Qué métodos creativos utilizan. Su día a día. Sus fuentes de inspiración. En mi trabajo lo habitual es encontrar soluciones en interfaces, productos y objetos. Y si están alejados de la tecnología… mejor.

Siempre que puedo busco este tipo de charlas y conversaciones. Ya sabes, me gusta tomar café con amigos. No hace mucho que, hablando con un amigo cocinero, salieron ideas para este post. La cocina refleja lo que es de verdad la experiencia de usuario. A través de todos los sentidos.

No vamos a hablar de cocina…

Pero no, no voy a hablar de cocina. Si has llegado aquí esperando una receta para sorprender a tus amigos. Olvídalo. Lo que voy a tratar de explicar es cómo la cocina está muy relacionada con la experiencia de usuario y con sus métodos de trabajo. O, al menos, cómo lo veo yo. Es sólo mi opinión.

Lo que siempre tienes que tener en la despensa

Una de las cosas que más llaman la atención de una cocina de un restaurante es la organización. La preparación semanal de los platos. Y la coordinación entre los integrantes del equipo de cocina. Ingredientes básicos que no deben faltar. En las interfaces pasa un poco igual. ¿No? Hay elementos básicos. Hay affordances, cómo relaciones que existen de forma natural: no son visibles, conocidas ni deseables, pero están ahí.

Hay elementos que ya sabemos cómo usarlos. Que lo tenemos sistematizado para todos los usuarios. No tratemos de cambiar cosas que ya están ahí. Y, si lo hacemos, hay que esperar que el usuario no lo entienda. O quizás se sienta desconcertado.

Diseño de interfaces, experiencia de usuario y la cocina

Centra la atención en pequeños elementos

Para hacer una buena receta las tareas se agrupan. Está bien puedes meter todo en una cacerola y cocinarlo, pero no sabrá igual. ¿no? En una cocina se centra la atención en pequeños elementos. La salsa por un lado, el ingrediente principal por otro, guarnición, el sofrito…

En el diseño de interacción pasa lo mismo. Hay que crear grupos de ítems. De tareas. Tareas relacionadas. Se diseñan y se analizan de forma separada. Creados como piezas. Lo necesario por un lado, lo importante y… lo que estaría bien meterlo… pero quizás sobra.

Trabaja sobre áreas determinadas. Sobre procesos pequeños. Y, poco a poco, amplia hasta lograr el conjunto. Únelos. Igual que una buena receta. Luego unes todo y queda el prototipo. La aplicación. El plato 😉

Cada cosa… a su tiempo…

Cualquier tarea lleva unos tiempos que, si bien se pueden saltar, no es conveniente. No tiene sentido acelerar los tiempos. Nunca saldrá igual. Cada ingrediente tiene su tiempo de cocción.

Pues bien, qué decir de los proyectos. Que requieren su tiempo. Siempre se podrán acelerar. Pero no quedarán igual. Pero cuidado, tampoco es bueno pasarse. En una cocina profesional tienen medidos los tiempos con una precisión suiza. Cuando empezar una tarea para que, cuando termine, comience la siguiente y no antes. Para que el plato se sirva a la mesa en el momento preciso. Y disfrutar de esa comida sea una verdadera experiencia.

Creatividad, creatividad, creatividad…

Hablamos de El Bulli y el documental Aromas de «El Bulli», lástima que no siga en la web de rtve.es, de los procesos creativos que siguen. Y de cómo, en función de su aceptación, se van rectificando hasta dar con el plato perfecto.

Así es como modificamos nuestras interfaces. Con pequeños cambios. Investigando qué es lo que hacen nuestros usuarios. Analizando. Probando. No es una ciencia. Así que no es infalible. Recuerda que trabajamos para personas. Y ya sabemos todos como somos.

La última palabra la tiene la gente

Que el restaurante funcione o no. Dependerá de los clientes. Y, por mucho que nos creamos Ratatouille, son las personas las que decidirán si la comida es buena. O no. Que decir entonces de las interfaces de usuario. Son para personas. Y ellas decidirán si son fáciles de usar. O no.

Está claro que hay técnicas, trucos. Y cosas que no deben faltar. Pero si no lo probamos con usuarios reales. Nunca sabremos si nuestra receta es mejor que la del restaurante de la esquina. No te pares a pensar en la solución tú sólo. No llegarás a ninguna conclusión si no lo haces con personas de verdad. Recuerda que los usuarios finales no piensan cómo nosotros.

¿Algo más?

Publicado mas o menos el 27 de febrero de 2011 a las 8:00 am por César García Gascón, archivado en las categorías Diseño de interacción, Usabilidad y etiquetado cómo , , , . Siéntete libre de comentar un poco más abajo si quieres.

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