Diseños para envejecer con gracia… y con dignidad

Hay objetos que parece que han sido creados única y exclusivamente para ser mostrados en un punto de venta. Limpios. Tras un cristal. Bellos en apariencia. Pero que no están pensados en la forma en la que se verán afectados por el uso.

Es la experiencia de uso.

No hablamos sólo de diseño. Hablamos de cómo están diseñados, o no lo están, para que el usuario los use. De la experiencia que tiene el usuario la primera vez. Y todas las veces siguientes. Para que los objetos sean capaces de mantener su apariencia en la misma medida que envejecen. Y puedan adaptarse a las futuras necesidades de los usuarios sin apenas notarlo.

En japonés hay un concepto, wabi-sabi, que agrupa muy bien esta idea y que, en otras palabras, basa la estética en la aceptación de lo transitorio. Y en que la belleza está en lo impermanente, en lo imperfecto y en lo incompleto.

Wabi-sabi

Reconoce tres principios básicos: nada dura, nada está terminado, y nada es perfecto. Reconociendo que es importante saber cuándo hay que tomar decisiones, y que es tan importante como saber cuándo no hay que tomar decisiones.

La cultura del estar a la última

Es la cultura de la tecnología. La cultura del hay que estar a la última. Esta cultura tiene sus propios impulsos. Muy rápidos. Cada nuevo producto, cada nuevo servicio que nace, tiene la tendencia a adoptar cualquier nueva feature que sea la moda del mercado. Lo malo es que, muchas tendencias, nacen y mueren cada día. Y cada vez más rápido. Estamos tan apegados a lo nuevo, a lo último, que como resultado sólo se crean cosas que no pueden durar. O que, si duran, envejecen de una manera muy mala.

Diseños para envejecer con gracia... y con dignidad

Historia de una silla

Si ya has pasado por aquí alguna que otra vez ya sabrás que tengo pasión por los objetos. Y mejor si son esos «de toda la vida». Y es que, a veces, nos encontramos con objetos que envejecen muy bien. Que son agradables a la vista. Y a su uso. Un ejemplo de ello lo veo cada vez que voy a casa de mis padres, es la silla nº 14 de Thonet. ¿Sabías que se construyó por primera vez en 1859? ¿Y que es la silla más vendida de todos los tiempos, a pesar de ikea?

La simplicidad de su diseño y, de su proceso de fabricación, es tal que reduce la silla al mínimo numero de piezas. Y a su vez cada pieza es reducida al número mínimo de componentes. Cada uno de esos elementos están estandarizados y son intercambiables. Estos elementos estandarizados e intercambiables es lo que permitió a Thonet en el futuro evolucionar desde su primer modelo de silla hasta construir banquetas, sillones y butacas sobre la misma base.

Una profunda simplicidad

El producto funciona porque se aplicó el mismo proceso de simplificación al producto que al proceso. Una profunda simplicidad que lo abarca todo. Thonet dedicó mucho tiempo y esfuerzo a conocer su producto desde el interior. A conocer la esencia del producto y la función de cada componente. Sabiendo que la simplicidad suponía dedicar un esfuerzo no sólo al producto sino a todo el proceso que va desde el diseño, pasando por la producción, hasta la entrega del producto. Brillante.

En 1859 la silla era sorprendentemente innovadora. Suponía una revolución en cuanto a diseño y fabricación. Complicarlo con el tiempo habría sido mucho mas fácil. Complicar los procesos también. Bastaría con añadir todo lo que se nos ocurra. Todo lo nuevo. Sin preocuparnos de si subirán los costes. Crecerá el tiempo de desarrollo. O será útil ahora para el usuario.

Cuando la simplicidad se obtiene a través de espacios en blanco. De limpiar y ocultar features. Del número de objetos que hay en la pantalla. De lograr que el diseño parezca minimalista. Todo esto nos llevará a crear una simplicidad falsa.

Y, desgraciadamente, eso no envejece con la misma gracia.

Bonus track

Publicado mas o menos el 26 de septiembre de 2012 a las 11:59 pm por César García Gascón, archivado en las categorías Diseño, Diseño de interacción, Experiencia de usuario, Personal, Usabilidad, UX y etiquetado cómo , , , . Siéntete libre de comentar un poco más abajo si quieres.

1 comentario

A la hora de simplificar un producto es cierto que nos quedamos en el exterior y casi nunca bajamos a lo profundo de esa simplificación. Me ha gustado mucho la última parte del artículo.

Alberto.

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